Con
alguna variante este fue un artículo que apareció en el diario El País el
31/12/1992 firmado por mi admirado catedrático y periodista Agustín García
Calvo. El impacto que me causó fue tal que cuando llegan fechas como las
actuales no puedo por menos que recordarlo.
Y
es que tiene que ser una auténtica gozada. No ir de compras arrastrando o
arrastrado por el cónyuge a los grandes almacenes con la tétrica ilusión de
FELICIDAD en sus fachadas y mantener con
ese mismo cónyuge largas discusiones sobre cuantos y a cuantos parientes hay
que hacer regalos o escribir crismas en los que se consigue decir “nada” con
florituras. Librarse de las lifaras familiares –“la familia unida y feliz”- los
troncos, los árboles, noeles, mágicas monarquías (pero monarquías a la postre)
monadas alrededor de 12 uvas y cogorzas trompeteras para demostrar la mucha
marcha que lleva uno en el cuerpo.
Fácil
lo tienes. De hecho te las dan todas mascadas, preparadas, previstas,
diseñadas, anunciadas hasta la saciedad, hasta el último minuto. Pues eso, ya
se pueden dar por pasadas. Lo programado ya es pasado.
¿Y
no voy a tener que regalar nada? NO y verás como no pasa nada. Simplemente
dejas de regalar y ya está. ¿Alguien se mosqueará? ¡Que va hombre! Si total eso
es todo aire envuelto en papel celofan. Así que da el primer paso y cuelgate el
YO SOY DE LOS QUE NO CELEBRAN y cual nueva secta o religión también serás
respetado (¡faltaría más!)
¿Y
habrá que encontrar alternativa? ¿Quizás una concelebració?
No
hace falta. La vida corriente. Como más corriente…. Más gozo. Y poco a poco
después de una extraña sensación de vacio, irá apareciendo una llamita de vida,
de ilusión…¿qué mejor regalo de Reyes? Ánimo y no celebres las fiestas. Verás
que gozo.
(Publicado en el “Fora de
Joc” nº 3 – desembre 1996)
(Publicado en "El Correu de l'OP de desembre 2011)