dimarts, 29 d’agost del 2017

Ambulante de Correos

En realidad no es un oficio propiamente dicho. Era una actividad, entre muchas, de empleados (antes funcionarios) de Correos.
Breve apunte histórico: Correos como tal parece documentado desde hace  unos 300 años. La comunicación escrita hace más, claro. Pero como servicio más o menos estrructurado empezó a principios del siglo XVIII, con la figura del Correo Mayor. Una suerte de concesión para transportar misivas que incorporaba la posibilidad de recaudar algún cuarto por este servicio. Eran tiempos de lo que se denominaba antiguo régimen. Concesiones reales. Transporte a caballo o en carruajes. El salto que nos acerca a la actualidad se produjo a mitades del S. XIX con el liberalismo, la revolución industrial y la aparición del ferrocarril.
Así aparece la figura del ambulante de correos. En realidad Oficina Ambulante de Correos. El mayor espacio físico que proporcionaba un vagón, también hizo que los servicios de correos ampliaran su oferta a paquetería de pequeñas dimensiones. El pago del precio por el servicio, también mejoró con la aparición del sello (en España, 1850)
S. XX. Postguerras. Llegó a haber centenares de Oficinas Ambulantes. Desde las de grandes líneas de ferrocarril a las más modestas. En los cuarenta, se creó RENFE que agrupó a las diversas compañías ferroviarias existentes de ancho de vía estándar (verbi gracia la MZA –Madrid Zaragoza Alicante- que era probablemente la elite en los albores de siglo, o la del Norte que dominaba el tercio nororiental de la península) Quedaron fuera los ferrocarriles de vía estrecha.  La estructura ferroviaria quedó estructurada en forma de estrella. Punto central Madrid. De allí partían las grandes líneas. Esta estructura determinó también la del correo. Desde Madrid hasta Barcelona, Irún, La Coruña-Vigo, Badajoz, Sevilla-Cádiz, Albacete, Valencia....A partir de esta estrella se abrían redes secundarias y terciarias que configuraban una auténtica tela de araña. En función del punto de destino, el viaje era directo o había que hacer transbordo o transbordos. Lo mismo para el correo. Una carta de Madrid a Bellpuig o Tremp, recalaba en Lleida i otro tren con ambulante la situaba en destino. A partir de esta configuración, las poblaciones sin ferrocarril eran servidas por los autobuses de línea de viajeros.
De modo que las Oficinas Ambulantes de Correos, tenían categorías,  mayor o menor importancia según el tipo de línea ferroviaria. Dentro de las grandes, destacaban los Trenes Postales. Convoyes que únicamente transportaban correspondencia, valores, paquetería e impresos (publicidad, libros…) del servicio de Correos. Estas Oficinas Ambulantes, estaban atendidas por varios empleados. Los tiempos del recorrido eran largos -entre 18 y 20 horas- debido a las largas paradas para la carga y descarga en las numerosas estaciones del recorrido. No exagero si digo que los viajes en estas expediciones constituían pequeñas aventuras. Interviene también el hecho de ser casi siempre trayectos nocturnos. El anecdotario es amplio, pero destacaría los asaltos a la búsqueda de valores. Yo recuerdo varios en los años 70-80.  Alguno parecido al famoso asalto al tren de Glasgow, que dio origen a una conocida película. Las inclemencias del tiempo y los accidentes eran también parte del aspecto aventurero de este servicio. Recuerdo que en una ocasión, en invierno, de madrugada en Lleida una expedición de regreso a Madrid, circulaba sin calefacción. Atendiendo a las súplicas de los compañeros ambulantes, tuvimos que proporcionarles unas botellas de brandy para que no perecieran de frio en los llanos de Guadalajara.
Las tareas en la Oficina Ambulante se realizaban en un vagón preparado al efecto. Una auténtica oficina postal con sus casilleros, sacas, mesas, etc. También disponían de lo necesario para pasar muchas horas. Aseo, literas y en los de última generación, ducha. De hecho estos vagones eran propiedad de Correos. Incorporaban un buzón de manera que se podía, en las paradas,  depositar una carta ordinaria o urgente –eso sí convenientemente franqueada- que era matasellada, clasificada y transportada a su destino.  Los grandes expresos de viajeros (en general también configurados en forma radial)  también incorporaban Ambulante. En este caso los tiempos eran mucho más reducidos debido a que el objeto del tren era el transporte de personas. Las paradas eran muy cortas y sólo se intercambiaba correspondencia ordinaria, urgente, certificada y valores. Los ambulantes de estas grandes líneas –la mayoría partían de Madrid- pasaban varios días fuera de casa. Recuerdo que sus pertrechos eran numerosos y acostumbraban a llevarlos en baúles.

Pero además había Oficinas Ambulantes en la red secundaria y terciaria. Por poner un ejemplo cercano, desde Lleida salían Ambulantes a Zaragoza, Barcelona, Tarragona y La Pobla de Segur. Acostumbraban a ir en pequeñas unidades de viajeros, eléctricas o de fuel. El Ambulante con el correo, tenía reservado un espacio exclusivo no muy amplio, pero que permitía preservar la necesaria inviolabilidad de la correspondencia, manteniéndola fuera del alcance de los viajeros. Habitualmente anexo a la cabina del maquinista. Esta categoría de Oficinas Ambulantes, quizás no tuviera la dosis de aventura que los de las grandes líneas pero, puedo certificar, el variado anecdotario que  podríamos encontrar. A destacar el estrecho contacto con el personal ferroviario, tanto maquinistas como revisores. Se imponía la buena relación. En más de una ocasión unos ayudaban a otros. En alguna pequeña avería de la unidad en medio del trayecto, la intervención del Ambulante aportando algún elemento (cuerda, saca…) permitía al maquinista hacer un apaño y llegar a la estación más cercana o al final del trayecto para allí recibir la solución definitiva. Por lo tanto yo subrayaría el componente humano en estos servicios. También las poblaciones a las que servía la correspondencia eran más pequeñas y el contacto con los empleados que salían a hacer el intercambio era mucho más cercano. Otra dimensión.
En determinadas zonas, sin infraestructura ferroviaria, como en las islas o zonas turísticas diseminadas hubo también Ambulantes por carretera, pero no tuvieron, sin duda, el componente aventurero y hasta misterioso del ferrocarril. A finales del S. XX Correos decidió cambiar su sistema logístico básico apostando por el transporte terrestre, a base de vehículos con cargas predestinadas. Sin trabajo en ruta. El último Ambulante por ferrocarril circuló en 1993.

Este es, pues, un pequeño y humilde esbozo de lo que fueron las Oficinas Ambulantes de Correos, o mejor dicho, de sus empleados: los Ambulantes de Correos.

Publicat a la Revista PLEC núm 17 - setembre 2017

dijous, 6 de juliol del 2017

L'ESMOLET

De vegades tot comença amb un so. Jo no sabia si el so el produïa aquell cercle que donava voltes o era un xiulet que tenia varies notes (era una combinació de una harmònica i una flauta d’aquelles sud-americanes de tubs). Era reconegut, inconfusible; xiulava varies vegades al mig del carrer i corria la veu entre les veïnes (si, les veïnes). L’Esmolet.
Calia anar ràpidament al calaix dels ganivets a la cuina i seleccionar aquells que no tallaven ni l’aigua. I les tisores –les de la panera de la costura i les altres. De seguida es feia una cua  Totes amb les tisores i ganivets a la ma. La conversa que generava l’espera –com quasi totes les converses- era força interessant. Bastant monogràfica això si (algun comentari extemporani també). Relats al voltant dels anys d’aquells ganivets que havien tallat el que no està escrit.
L’Esmolet ja havia plantat la seva bicicleta amb el suport que la mantenia vertical i a l’hora alçava la roda tractora. Els pedals es convertien a les hores en la força motriu de la mola o moles. L’Esmolet seia a la posició inversa de la de conduir i pedalant feia voltar la mola. A primera vista semblava senzill. Anar passant el ganivet a dreta i esquerra per tal de que el tall quedi més fi. El moviment, però,  havia de ser uniforme. Un petit entreteniment, pausa, parada, feia que el tall de la peça quedes marcat per una mena de dent..i l’estri quedava inutilitzat; era per llençar. Concentració i constància en els moviments eren essencials en aquesta tasca. Concentració i constància difícils d’aconseguir amb el xivarri i la conversa de la fila de dones esperant el torn. Totes, sense excepció, parlaven sobre les extraordinàries característiques dels utensilis que portaven. Utensilis variats – com ja he dit- tisores, pot ser alguna petita destral o alguna eina de treball i ganivets de cuina de diferents llargades i amplades. El rei era el ganivet per tallar pernil (“jamonero”) que no tothom tenia. Després venia un ampli escandall de mides i destins (pelar patates, cebes, carabassons....) i els de tallar carns. D’aquests últims el podall no necessitava molta esmolada, donat que la força del cop sec i directe era la propietat buscada: esbocinar els ossos -foren de pollastre, conill, corder, vedella o qualsevol altre animal. En canvi a l’hora de fer els talls de llom de porc, vedella, pit de pollastre, gall d’indi, etc., calia un ganivet molt fi. Les tisores requerien un treball més acurat; calia un esmolat complert del dos talls en tota la seva llargada, mirant de no despuntar- les. Així doncs la mola també era més fina i si no hi havia, la pressió devia ser menys enèrgica.
La fricció de la mola amb el metall, produïa una mena de sortidor d’espurnes d’un vermell ataronjat. Si la feina es fes a nit, semblaria ben be un espectacle de focs artificials. Aquest aspecte cridava força l’atenció de la canalla –els massa petits per anar a l’escola restaven a casa amb la mare- que envoltava a l’esmolet com si de un mag es tractes i mirant, com més a prop millor, tot aquell misteriós ritual de llum i soroll. Feina tenien les mares per enretirar als petits de la vora de l’esmolet, no fos cas que alguna espurna pugues danyar-los.
L’esmolet també reparava els mànecs dels ganivets. Amb l’ús, els reblons anaven afluixant-se i calia substituir-los o reafirmar-los. Les tisores també agafaven joc en l’eix dels dos talls i perdien la seva eficàcia. De la mateixa manera que en els mànecs del ganivets, calia subjectar bé el rebló per tal de mantenir ben juntes les dos parts.
Vet aquí l’activitat de l’esmolet. Com ja s’ha dit, la clientela era familiar. Estris de casa No acostumaven a fer us del servei de l’esmolet, els cuiners professionals, els botiguers, peixaters i carnissers. En aquests oficis, sobre tot els carnissers, ja tenien llimes i estris per mantenir constantment esmolades les seves principals eines de treball. Tampoc en feien ús el sector de la pagesia. Amb la pedra d’esmolar les dalles i les falçs restaven preparades per fer la feina.
Vet aquí la feina de l’esmolet aquest ofici senzill però amb una exigència i cura important en el seu exercici. En el aspecte descrit en aquestes ratlles, aquesta activitat ha gairebé desaparegut. Avui dia encara es pot veure algun esmolet ambulant, tot i que acostuma a anar amb una furgoneta i ofereix els seus serveis principalment a negocis de restauració, bars, etc.

Avui dia a quasi totes les llars tenim algun estri per anar mantenint en condicions tisores i ganivets.  Això si no és el mateix –ni de bon tros- que la feina de l’esmolet.

Publicat a la revista PLEC núm. 16 - Juny 2017 - (Dibuix Rafel Baitg)

dijous, 22 de juny del 2017

Comunicació i Participació (a l'escola)

La comunicació es produeix quan un missatge es genera per un emissor que, utilitzant un mitjà, arriba a un receptor. Tot plegat es perfecciona quan hi ha un retorn (feedback) i s’inverteixen els papers: el receptor emet i l’emissor rep el missatge.
En les darreres dècades, estem vivint l’època de la comunicació; gairebé el missatge per si sol justifica la seva existència. Diríem que de vegades -moltes vegades- es llancen missatges sense que importi qui, quants i on es reben. El paradigma és la "xarxa", la cirera d’aquest pastís que és la globalització. D’aquesta potentíssima eina hem d’extreure el màxim de partit, perquè no podem oblidar els nombrosos avantatges que té; entre d’altres, la possibilitat d’augmentar la nostra PARTICIPACiÓ en tots aquells aspectes que ens afecten directament (que són molts).
En aquest cas es tracta de l’educació i la formació dels nostres fills i filles.
Probablement hi ha poques coses que superen en importància a aquesta, tant des del vessant individual com des del social: la Sanitat i l’ensenyament són els dos paràmetres que assenyalen el desenvolupament real d’un estat.
Nosaltres som una de les famoses tres potes de la Comunitat Educativa:

Alumnes, Docents i Pares/Mares.

Així doncs, esdevé per a nosaltres una obligació personal el fet de participar en tot allò que afecti l’ensenyament. D’una banda, col. laborant directament amb els professors dels nostres fills i filles i amb el centre; de l’altra, estant presents en les associacions de Mares i Pares per tal que la nostra opinió i els nostres interessos siguin atesos per les administracions públiques implicades i per la pròpia direcció del Centre Educatiu en el qual estem. EI cert és que la nostra participació -des d’una òptica col•lectiva- pot millorar moltíssim, segurament també des del punt de vista individual. Sembla -desgraciadament- que s’accepta que a la Secundària el nostre paper perd rellevància i realment és tot el contrari. Resta, encara, molt camí per aconseguir que l’ensenyament Públic tingui la qualitat que ens mereixem. Cal que s’esmercin els recursos necessaris perquè els plans educatius que sobre el paper obtenen consens, donin el seu fruit. Recursos materials com nous centres o millores imprescindibles -com es el nostre cas en el GiIi- i Recursos Humans per assegurar el compliment efectiu dels dissenys curriculars. Bona part d’aquests recursos queden dissolts en les subvencions a l’ensenyament privat -amb la falsa excusa que la xarxa pública no és suficient- el que permet subsistència d’activitats que s’haurien de autofinançar i que no correspon a l’hora d’assumir la seva part el situació immigratòria actual. A més a més, estem en un moment de canvis constants en els Plans d'Educació que no haurien d’anar endavant sense una aprovació majoritària per la nostra part. EI Gili posa a la disposició de l'Associació de Mares i Pares una eina i un espai per facilitar la nostra participació: una interessantíssima pàgina web (
www.iesgiligaya.org). Cal visitar-la, gaudir-ne i sobretot utilitzar-la. Que sigui interactiva i que pugui fer-se realitat el cercle de la COMUNICACiÓ-PARTICIPACIÓ.
Tot i això, no oblidem que no hi ha res més bonic que una bona conversa cara a cara.


A.M.P.A de l'I.E.S. Samuel GiIi Gaya
Article de la revista de Juny 2006 del nostre company Rafael Baitg Casterad

Dibuix Rafel Baitg
Nota: He trobat aquesta col·laboració que vaig fer a la revista del Institut Gili Gaya al 2006. Darrerament el Gili ha sortit als papers per un professor de filosofia que va patinar. Em sento una mica culpable. El seu tarannà era ja conegut. Les meves filles recorden anècdotes... Un altre petit fracàs en la meva modesta trajectòria.

diumenge, 16 d’abril del 2017

LO MATALASSER

“Persona que fa, adoba o ven matalassos” (Institut d’Estudis Catalans).
Actualment els matalassos estan fets dels més diversos materials sintètics. Des de l’escuma més senzilla al “miraguano” més selecte. No ha estat, però, sempre així. Abans eren de borra –els més humils- o de llana els de més categoria. Encara dins d’aquests últims, podia haver classes en funció de la qualitat de la llana.
Aquest meravellós invent que ens proporciona un plaer afegit en el descans, necessita d’un manteniment imprescindible perquè reposem en les millors condicions higièniques possibles. Penseu que l’estància on dormim es una de les peces del habitatge que acumula més pols i també vida orgànica en forma de àcars que troben en llençols, matalassos i roba en general el seu hàbitat preferit. Cal doncs, periòdicament, aireja’ls i picar-los –igual que les estores- amb un estri en forma de pala habitualment fet de vímet.  Amb aquesta operació rutinària no s’acaba el manteniment integral del matalàs. Fa falta una acció també periòdica però més dilatada en el temps: desfer el matalàs, rentar i separar la llana i tornar-lo a cosir. Aquí és on entra la funció del matalasser.
Tot i que aquest ofici també el trobàvem en les fàbriques de matalassos, m’interessa més la figura del matalasser ambulant. Voltava per pobles i ciutats oferint els seus serveis. Eren rutes periòdiques. Cada un o dos anys passava per gaire bé els mateixos llocs, de manera que la gent ja esperava la seva visita i preparava els seus matalassos. L’estància podia allargar-se dies o inclús setmanes, el que donava temps a completar el cicle. Primer era rentar la llana –previ el descosit de la tela. En pobles petits era una feina que acostumaven a fer varies famílies juntes. Era una jornada diferent i per la canalla una diada quasi festiva. El rentat es feia en els més diversos indrets on hi hages aigua (i si podia ser corrent molt millor) rius, riuets, canals, basses. És clar que això tenia lloc en temporada de bon temps; calia que la llana s’eixugués. El matalasser ambulant, anava quasi sempre acompanyat de família; tots hi donaven un cop de ma. Sobre tot, la dona. Era l’ajudanta imprescindible a l’hora de la feina i també hi havia tasques en que n’era protagonista destacada: cosir la tela del matalàs. L’equipatge –sovint un farcell- no era gran cosa: una o varies teles grans per posar al terra, agulles més aviat grossetes (saqueres) fil i dues vares que solien ser d’avellaner o sabina. No hi faltava tampoc la bota de vi, mocador pel cabell i barret d’ala ampla de palla.
El procés era metòdic. Calia que el temps fos de bonança, posat que es duia a terme al aire lliure (si era amb recinte tancat, havia de ser molt ampli) així doncs no havia de ploure ni fer vent. Estesa la tela al terra, es posava la llana a sobre (afegint una mica més de la extreta del matalàs, per compensar petites pèrdues) i començava la part més vistosa: destriar la llana amb les vares d’avellaner, fent un moviment de baix a dalt batollant la fibra per que quedes el més separada possible. El soroll del batollar la llana era molt característic i quedava gravat al cervell de forma definitiva. Ben bé com música de percussió. Aquesta operació de batollar durava varies hores doncs calia anar passant pels pals tota la llana. El matalasser cobria el seu cap amb un mocador i pot ser barret, si el sol era fort, per protegir-se del abundant pols que desprèn la llana. Pols que provocava una accentuada sequera a la gola que calia combatre amb la ingesta de líquid – aigua i de tant en tant traguet de la bota.
Acabada aquesta part, calia completar la feina cosint la tela del matalàs. Aspecte molt important per aconseguir el confort necessari per un bon descans, era la uniforme distribució de la llana dins de la tela. Això s’aconseguia travessant  unes tires de tela forta de banda a banda disposades geomètricament. La feina era molt més acurada i estèticament més vistosa si es feia un bordó, ple de la mateixa llana, en els dos perímetres del matalàs.  No cal dir que el cosit exigia un bon nivell de concentració i compenetració dels intervinents (quasi sempre el matalasser i la seva parella).
Vet aquí que ja tenim el matalàs net i polit, llest per al seu us.

Només faltarà dedicar un petit espai a la tela. Tela matalassera. Els més pudents tenien els matalassos de tela més consistent, amb dibuixos adamascats amb una certa lluentor. La majoria, però, eren teles més lleugeres amb el clàssic estampat a ratlles verticals. Normalment vermelles, encara que jo n’he vistes de verdes i blaves. Raó per la qual als equips esportius amb samarretes a ratlles –sobre tot vermelles- són anomenats “matalassers”

Article publicat a la revista PLEC núm. 15 - març 2017 - Dibuix Rafel Baitg

Imatge del Blogg: Oficios Desaparecidos

diumenge, 12 de març del 2017

L'ACOMODADOR

És un ofici que com a tal gairebé ha desaparegut. Al menys en un determinat espai de memòria col·lectiva en determinades edats. Acomodador: que acomoda. En els teatres,  els cinemes etc., persona encarregada de designar als concurrents els seients que han d’ocupar.  Destaca, la figura de l’acomodador a les sales de exhibició de pel·lícules: les sales de cinema. Era una figura important. Segurament poc estudiada. Era el treballador que te indicava la localitat que havies d’ocupar a la sala en funció de l’entrada que havies adquirit. La seva funció estel·lar, començava en el moment en que s’apagaven les llums per començar la projecció. Els que havien entrat amb temps ja eren aposentats en el seu lloc, però no faltaven els que arribaven després (uns aposta per saltar-se la publicitat i el NODO, i altres perquè sempre arriben tard a tot arreu. Proveït  de la seva eina de treball –una llanterna, sempre amb les bateries carregades- acompanyava als tardaners i els indicava el seu seient. Cal aquí fer una precisió que considero important: el caràcter numerat o no de la sessió. Numerada volia dir que havies adquirit una localitat concreta en una fila concreta, d’un sector determinat (platea, lateral, amfiteatre “galliner”...) En molts casos arribar al seient implicava una bellugadissa de personal que podia arribar a ser incòmoda –la pel·lícula ja és començada- pels que havien de canviar de seient (per fer trampa o no llegir correctament la xapeta que singularitza el lloc) Al hivern el moviment s’ampliava al suplement de roba corresponent. Menys problemàtiques eren les sessions no numerades. Volia dir que podies ocupar qualsevol lloc buit. Aquí entra en joc un altre aspecte a destacar de l’acomodador. Interrogava als tardaners sobre les preferències d’ubicació. Sobre tot si hi havia resposta explicita (al mig, a prop de la pantalla, al fons en un lloc més discret...) calia correspondre amb una compensació econòmica –la “propina”- que era dipositada en la ma –convenient ment disposada de l’acomodador. Els assidus a les projeccions més generosos, sempre tenien seients privilegiats! Per contra els “garrapos” –l’acomodador tenia una gran memòria- no eren tan ben tractats.
La tasca de l’acomodador, no acabava encara. Una vegada tots els espectadors situats convenientment al les seves localitats, se situava vigilant a la part superior de la sala des de on tenia una visió gairebé complerta. La seva funció, a les hores, era estar molt emetent al que pugues enterbolir l’exhibició de la pel·lícula. Atacs de tos reiterats, comentaris o converses en to massa elevat, moviments fora de temps, eren supervisats de forma immediata per l’acomodador. La indisposició sobtada d’un espectador, era tractada ràpidament, sempre llanterna en ma. En temps més llunyans (o no?) el respecte a les normes morals, higièniques o d’altres tipus, eren recordades amb diligència i contundència per l’acomodador. També és cert que, en ocasions, un suplement de propina, feia que la llanterna no fes tanta llum en una direcció concreta. Avui amb les noves tecnologies, el problema de la llum ha deixat d’existir. Gairebé tothom porta un aparell de telefonia mòbil. Ara les sales de cinema semblen plenes de cucs de llum.
L’Acomodador treballava, doncs, tota l’estona que durava el film. No acabava aquí la seva feina. Després del rètol “The end”, “Fin”,  “Fi” o “Koniec” els espectador abandonen la sala. A les hores l’Acomodador feia una acurada revisió. Gaire bé sempre hi havia objectes descuidats. De forma ordenada eren reservats a l’espera de que algú els reclames com a seus (els paraigües eren un clàssic dels objectes oblidats).

Després el servei de neteja, eliminava tota classe de restes, vegetals, biològics o d’altra mena i deixava la sala en condicions de fer una nova exhibició.

Figura important la de l’Acomodador. Pensi el lector que, segons la categoria de la sala, la feina era més especialitzada o més general. En les més modestes, la seva activitat s’ampliava a la de taquiller, porter, servei de neteja....


Jo recordo haver descuidat unes claus, que vaig recuperar sense problemes a l’endemà. L’acomodador que les va rescatar, segur que no era el mateix que va enfocar-me la llanterna quan feia a una noia un dels meus primer petons...però això és un altra història.

(Publicat al número 14 de PLEC - Desembre 2016) 
Il·lustració de Josep Ma. Baró