diumenge, 7 de juliol del 2013

DISQUISICIONES SOBRE EL ORDEN (1975 - 1977)

Dibuix de Rafel Baitg (1976)
Disciplina, Orden, son términos que se usan a menudo indistintamente, siendo los dos dispares cuando menos en principio. Se suele decir que para que haya orden debe de haber disciplina.

Para mi la disciplina no es en absoluto,  indispensable, ni siquiera necesaria. Ahora bien, el quid de la cuestión estriba en la clase de orden que se pretende.

En primer lugar, vamos a convenir la igualdad entre Orden y Organización. Este segundo término engloba al primero y hace más fácil la comprensión de lo que sigue. Toda organización está encaminada a un fin o fines concretos y determinados. Es aquí donde radica el hecho de la imposición del orden o la libre organización de los individuos.

Actualmente se acepta, en general, el razonamiento de que la disciplina (entendida como conjunto de normas que se imponen a una sociedad) es imprescindible en la sociedad (en general y en “sociedades” parciales como el ejército u otras instituciones jerarquizadas) para mantener el orden y por tanto impedir el libertinaje que llevaría a la sociedad humana a la autodestrucción.

¿Por qué este razonamiento es válido en las actuales estructuras sociales? Simplemente por una razón fundamental: porque los fines que se han marcado y se marcan no los fijan todos los componentes del grupo social, sino unos pocos. Al ser de esta forma, esa minoría que fija el punto de llegada, debe de fijar también el camino y lógicamente imponer “su” disciplina a todo el resto del grupo social.

Indudablemente con esa estructura la disciplina es imprescindible.

En cambio, si como es de pura lógica, el camino y el fin perseguido por una sociedad lo decidieran y marcaran todos sus componentes, la disciplina (en el sentido antes referido) no tendría que existir. Existiría en todo caso una especie de disciplina, o mejor autodisciplina de cada individuo del grupo social.

Con todo este desarrollo, nos aparece un nuevo componente en la profundización en busca de la libertad: Los fines. Quién los crea o a quién sirven. Parece un poco absurdo hablar de fines. ¿Hemos de plantear nuestra existencia planificando unos fines? Pienso que sí.

Con respecto al problema de los fines o el por qué de la existencia, basta echar un vistazo a la historia, para comprender que no existe una unanimidad de criterios, sino que estos evolucionan paralelamente al Hombre. Lo que sí ha sido tónica general, es el intentar encontrar un sentido a la existencia humana. Esto es, por demás, lógico. Sin embargo, la diferencia principal está en que mientras unos basan este sentido en un “más allá”, otros eliminan este “más allá”  para buscar su razón última en el presente. Así en una gran cantidad de civilizaciones y de culturas, la existencia no era más que un periodo de transición, de preparación para una nueva vida posterior, que consideran la definitiva. Los Vikingos tenían su Wall-Hallah, los Cristianos (aún hay) su Cielo, numerosas tribus de América y de África sus Paraísos…etc.

Otros basan su existencia, o la dedican a conseguir una perfección en todos los campos, como por ejemplo algunos pueblos orientales. Si bien esa perfección por ellos buscada es una perfección en el plano individual.

Tanto una posiciones como otras tienen fácil explicación y hasta cierto punto justificación. El desconocimiento de las causas de innumerables fenómenos naturales, hace que en una determinada época (muy amplia en el tiempo) se hubiera de recurrir a la intervención divina, para dar explicación a toda una serie interminable de hechos, que hoy día, por supuesto, tienen una explicación racional. Así vemos que en el S. XX, no se recurre nunca a la intervención divina sino que absolutamente todos los fenómenos tienen una explicación, digamos, técnica o biológica…etc. Entonces ¿por qué subsisten las creencias religiosas, los dioses omnipotentes? No existe una sola razón; son varias y trataré de dar mi explicación a este hecho.

Ya he dicho como y porque de las religiones en un determinado momento. Sigamos la evolución. Se van encontrando explicaciones a los fenómenos; explicaciones científicas y a la par que esto sucede, lógicamente, la religión va perdiendo parte de su razón. Así se explica la persecución que los científicos sufrieron en distintas épocas por “defender herejías”. Claro que forzosamente las cosas fueron evolucionando (la evolución no se puede entorpecer con la represión). Y definitivamente la Religión/es perdieron ese carácter de panacea para todos los males, para, eso sí, cambiar su estructura y amoldarse a las circunstancias.

Toda esa larga época de predominio, digamos, “geocéntrico” proporcionó, y ahora estoy hablando en concreto de la Iglesia Católica (como modelo mastodóntico de este estudio) un gran poder a la Iglesia. Poder que se traducía básicamente en riquezas, tierras, influencia política… (en determinadas épocas creo que el mundo occidental fue regido por la Iglesia). Al producirse la “desvalorización” de la Iglesia, esta hizo valer su poder económico y político dejando un poco de lado el aspecto doctrinal. Esto nos acerca al presente siglo en que de nuevo la Iglesia se está viendo forzada a remodelar su imagen para adaptarse al ritmo evolutivo. Como se ve siempre ha ido a la par de la evolución, que por otra parte, aunque lo ha intentado, nunca ha podido detener.

Parecido ha sido el recorrido de las creencias Mahometanas. En los países árabes se comprueba hoy día como la religión (no como conjunto de principios doctrinales) como conjunto de poderes político-económicos se debate en enfrentamientos con otras corrientes para su mantenimiento.

Sin datar. Probablemente entre el 75 y el 77

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